Tierra sin tierra, donde el capricho de la naturaleza determinó que ahí se extendiera una dilatada y plana superficie de piedra calcárea; territorio cuyo horizonte no se deja asir con una sola mirada; selvas verdes e intrincadas, interrumpidas de vez en vez por asentamientos humanos o por vestigios de la grandeza maya.
Asiento de la cultura maya -la actual y la pasada-, indígena y misteriosa; aquí florecieron la escritura, las matemáticas, la arquitectura; aquí deambuló gente sabia reacia al dominio externo y, al mismo tiempo, contumaz escrutadora del universo.
Largo es el repertorio de las indescriptibles ruinas arqueológicas que hay en Yucatán: Uxmal, Chichén Itzá, Chacmultún, Mayapán, Labná, Dzibichaltún; en fin, un verdadero mosaico de la vastedad de la cultura maya.
La época Colonial también dejó su impronta en Yucatán, en cuyas ciudades se levantan majestuosos conventos amurallados; iglesias que son ejemplos del celo misionero; casas de vigor y tradición hispanos. O bien, haciendas símbolos de riqueza y suntuosidad, cuyos henequenes ofrecen sus brazos al cielo.
Yucatán es un sitio de promesas agradables: flamencos que bailan acompasadamente a orillas del río; níveas playas de seductora arena; cenotes que son perlas de turquesa; grutas que guardan tesoros arcanos; pueblo que ha sabido extraer del legado de sabiduría maya y la tenacidad española su música y poesía, el sentido del humor, la cortesía del trato y las delicias de la cocina.
Visita Yucatan, no existe duda... No te arrepentiras.
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